martes, 21 de marzo de 2023

Castronuevo y Narros de Saldueña

                CASTRONUEVO Y NARROS DE SALDUEÑA

        Este es el castillo de Castronuevo, que se levanta tímidamente en medio de la extensa llanura de la Moraña. Es un castillo guerrero, del que se tiene constancia documental en 1476, época de gran inestabilidad a causa del problema sucesorio del rey Enrique IV. En Fontiveros, el duque de Béjar, partidario de Juana la Beltraneja, construye una casa fuerte, y tiene enfrentamientos con Gil de Vivero, señor de estas tierras y partidario de Isabel, y por ello, este último levanta el castillo. Menos mal que todo quedó en levantar castillos y por aquí no hubo ninguna batalla, con lo que lo único que se hizo fue dar trabajo a los obreros que lo construyeron.

En 1489 el duque de Alba compró Castronuevo y hasta hoy continúan siendo los propietarios de esta fortificación medieval.

El castillo no se puede visitar. Temen que se caiga algún ladrillo y escalabre a algún visitante, y para evitarlo nada mejor que lo que dice el refrán: “Muerto el perro se acabó la rabia”, o lo que es lo mismo “Si no entran turistas no se escalabra ninguno”.



        En Internet encontré estas dos fotos del patio central o patio de armas.

NARROS DE SALDUEÑA


        El castillo de Narros de Saldueña es una construcción del siglo XV. Dicen en Internet que primero fue una simple torre defensiva construida a finales del siglo X, pero a mí me parece un invento, ya que en esos años toda esta zona estaba despoblada y ¿para qué hacer una torre defensiva? ¿a quién defender?

        El castillo está restaurado y habitado en su interior, y lo han puesto a la venta por 500.000 €. No lo compro porque no tengo dinero, pero sería chulísimo que aquí viniesen mis nietas Lidia o Isabella con sus amigos y viesen con los ojos de la imaginación todo lo que hay que ver aquí.

        Esa verja de hierro de la entrada que se sube y se baja era para defenderse del dragón que venía de vez en cuando, a ver si podía pillar algo para comer, y lo que más le gustaban eran las mujeres, y delante de las casas decía: ¡Sal, dueña! (dueña es el ama de la casa) y de ahí el nombre de Saldueña.

        Nos dijeron que los enormes barrotes de la ventana eran para que nadie entrase ni saliese sin permiso de los dueños. Yo creo que estos barrotes tan grandes son las lanzas que utilizaban contra el dragón y cuando el dragón se fue, pues las utilizaron para esto.

        Y menos mal que a Aymara le dieron permiso para hacer esta foto en la parte posterior del castillo, permiso que no se lo dan a todo el mundo. En el castillo anterior no nos dejaron pasar a hacer una foto del castillo por la parte de atrás. ¡Menos mal que este castillo no es de los duques de Alba!


domingo, 12 de marzo de 2023

Barrios de Burgohondo.

 

LOS BARRIOS DE BURGOHONDO

    La tarde del 3 de marzo vamos a pasear por uno de los barrios de Burgohondo, un lugar que estuvo habitado hasta hace 50 ó 60 años, donde ya quedan muy pocas casas en pie y donde ya no vive nadie de forma permanente. Estos barrios están en el fondo de los valles que bajan de la sierra y hoy son zonas de pastizales y de bosque de ribera.

    La primavera va a empezar pronto. Ha llovido mucho, ha hecho buena temperatura y los prados están de un bello color verde.



    Me gusta venir aquí por la tarde. La luz cambia más deprisa, y al cambiar, también cambian los colores. Me gusta mucho mirar hacia un lado y luego hacia el opuesto para ver los brillos y matices de los verdes. Me gusta mirar a esos lugares en los que el sol se ha metido entre los árboles y brillan de una manera especial. Y aquí escucho el sonido del canto de los pájaros, el murmullo del agua de los arroyos y una voz que dice: "Qué bello y qué bonito es todo esto" ¡Aquí y ahora no estoy disfrutando solo! ¡Y mi alma se alegra!

lunes, 1 de febrero de 2021

PUEBLO: Navamediana

 

NAVAMEDIANA


         Este pueblito está como muerto, está perdido. Debía tener 23 ó 24 años cuando viene aquí por primera vez con mi primo Luis. Nuestro objetivo era una excursión de varios días: ir desde aquí hasta 5 Lagunas, luego a la Laguna, subir al Almanzor e ir hasta la Mira, para bajar a Arenas y regresar a Ávila en el coche de línea. Venir hasta aquí en el coche de línea desde Ávila era todo un espectáculo. El coche era el coche correo e iba parando en todos los pueblitos. Los pasajeros iban con variedad de bultos: cestas tapadas con un paño, cajas de cartón atadas con una cuerda, una gallina con las patas atadas, talegos, etc. En ocasiones alguien bajaba del autobús, le decía al conductor o al cobrador que esperase un momentín, pues iba a dar un recado o a llevar no sé qué a fulano o a mengano.

         Pasaban cosas curiosas, unas graciosas, otras sorprendentes. Ese mundo pasó, ese mundo murió, pero no escribí nada entonces, ni hice fotografías, solo quedan unas vagas imágenes en mi memoria.

         Luego he recorrido otras veces la garganta de Navamediana, pero la vivencia que tengo es la de aquella primera ocasión.

         Hoy voy con Aymara para que veo estos pequeños pueblos de la Sierra de Gredos, que tanto le llaman la atención y tanto le gustan.

           Las calles están vacías, en los huertos crecen hierbajos, viejas casas y viejos pajares están cayéndose. Ventanas y puertas tapiadas para que no entren… ¿Quién iba a entrar en esas casas? ¿alguna golondrina? ¿ratoncitos? ¿algún recuerdo perdido? ¿un amor que se resiste a marcharse de allí?

         Hay construcciones que causan asombro. Son pajares o cuadras levantadas con piedras rodadas de la orilla del río, colocadas unas sobre otras y con barro entre ellas como argamasa. No sé cómo no se caen, ni se tuercen los muros. Estas construcciones son la manifestación del saber hacer popular, del saber hacer de los maestros albañiles que no estudiaron en ninguna escuela de arquitectura, sino que aprendieron su oficio de sus padres, de sus abuelos, de otro maestro albañil con el que trabajaron. 

         No me gusta ver las casas caídas en estos pueblitos casi abandonados. Y menos esas casitas hechas con piedras sobrepuestas unas en otras. Imagino que estas piedras se ponían con un especial cuidado, con una especial atención para que no se cayesen, para que se sujetasen con la que estaban debajo y con las que estaban encima. Debía ser un orgullo para aquellos hombres hacer bien una pared, una casa. Y cuando estas viejas casitas empiezan a caerse, después de muchos años, quizás siglos, aquella ilusión, aquel entusiasmo que pusieron aquellos hombres también se cae, también desaparece. Aquella atención, aquel cuidado, aquel orgullo mueren, y es como si el alma, el espíritu de aquellos hombres muriera también. Y el pueblito muere un poquito más.

         Y junto a la iglesia del pueblo nos encontramos con Ángela, una de las últimas habitantes. Estaba sentada a la entrada de su casa, una casa nueva, una casa sin recuerdos, sin historia, pero no pasa nada porque esos recuerdos y esas historias las guarda Angela en su corazón. Y se pone a hablar con nosotros, y nos cuenta que ella siempre ha vivido aquí y que ha salido poco del pueblo. Que la última vez que lo hizo fue cuando la llevaron en una ambulancia a Ávila porque se le olvidaron todas las cosas y se le olvidó hasta hablar.


       Y Ángela tiene unos hermosos ojos azules, de un mirar sereno y tranquilo, y de vez en cuando, al hablar sobre algo concreto, su alma se debe llenar de recuerdos y sus ojos se le iluminan con un brillo especial, quizá con el mismo brillo que tenían esos ojos cuando era joven, cuando todo en ella era ilusión y alegría de vivir.

         Se va a una arboleda a tomar el fresco. Allí se juntarán las amigas y entre recuerdos y suspiros pasarán la tarde. ¡Qué poco se ríen los ancianos! ¿Por qué será?

      Nos vamos, decimos adiós a Angela, a la viejecita de Navamediana. Posiblemente nunca más la volveremos a ver, ¿o quizá nos volvamos a ver en otro lugar, allá entre las estrellas?

domingo, 31 de enero de 2021

PASEANDO POR EL CLAUSTRO DE LA CATEDRAL

PASEANDO POR EL CLAUSTRO DE LA CATEDRAL DE ÁVILA

 

La catedral de Ávila se empieza en el siglo XIII, pero los dineros no eran abundantes, así que la obra se fue alargando hasta el siglo XV. El claustro se hace casi todo él en el siglo XIV.

         He paseado muchas veces por este claustro, y aún lo sigo haciendo con cierta frecuencia. Me gusta mucho su silencio, es un silencio que se altera de vez en cuando por el piar de los gorriones o por las pisadas de algún que otro visitante. Es un silencio que da compañía, un silencio que hace que no te sientas solo. Cuando paseo por aquí pienso en cosas o a veces no pienso en nada, a veces paseo escuchando el silencio.

         En los muros se ven sepulcros de obispos, religiosos y nobles. Personas que en vida debieron ser muy importantes, pero a los que ya ahora nadie recuerda. Y siempre que visito lugares como este, lugares con tumbas de hace siglos, me acuerdo de los versos de Jorge Manrique:

 … allí van los señoríos

derechos a se acabar

 y consumir

allí, … son iguales

los que biven por sus manos

y los ricos

         Pero por un extraño efecto de desconocida causa, el tiempo no pasa. Me son familiares estas tumbas, es como si las hubiese conocido, como si hubiese vivido en la época de estos personajes y compartido con ellos sus avatares, sus inquietudes y sus esperanzas.

          Quizás la causa esté en lo que escribió Azorín refiriéndose a los claustros de las catedrales: …aquí el tiempo no tiene valor, el tiempo no pasa, el tiempo es más largo o más breve – no lo sabemos – que en otra parte alguna. Las horas pasan; de pronto caen sobre nosotros, en el silencio profundo, en la quietud augusta, las campanadas lentas, pausadas, graves, sonoras, del reloj de la catedral.

         Hace siglos no había relojes, pero sonaban las campanas. Son las mismas campanas que nos dicen a nosotros lo mismo que dijeran, hace dos siglos, hace seis siglos, a otras generaciones que ya desaparecieron en lo eterno. Y como nos lo dicen a nosotros, lo dirán también dentro de otros dos o seis siglos a nuevas generaciones.

         En el pequeño jardín del interior del claustro hay unas rosas plantadas. Son rosas que morirán dentro de unos días. Pero habrá otras rosas dentro de unas centurias que serán tan bellas como estas, y también esas rosas entonarán para el que pasee por este claustro la misma canción de languidez y de melancolía que éstas.

         En este claustro, lo eterno siempre está presente, por todos los sitios, por todos los rincones, hay como un halo de la eternidad.


martes, 14 de julio de 2020


AVILA - EL JARDÍN DE SAN ANTONIO


          En noviembre el jardín de San Antonio, en Avila, esta precioso. Resulta que ando escribiendo sobre otros lugares, y estos jardines, que los tengo al lado, están completamente olvidados. ¡Qué gran injusticia! Hoy paseo por ellos. Los veo hermosísimos, les hago unas fotos y las pongo aquí, en mi blog. No puedo hacerle ese desprecio a estos jardines. Esta es una belleza tranquila, una belleza para saborear, para paladear con el alma.



sábado, 4 de julio de 2020

PIEDRAHITA

           Piedrahita conserva el palacio de los duques de Alba donde Goya venía a veranear con la duquesa y donde se dice que pintó una de las dos "Majas". El palacio lo destruyeron por dentro los franceses durante la guerra de la Independencia y desde hace bastantes años es el colegio de la localidad. 
        Los jardines son amplísimos. Se pensó restaurarlos a su estado original, pero todo ello depende del acuerdo entre el Ayuntamiento, Educación y Ciencia, Patrimonio, Diputación, etc. por lo que me parece que eso irá para largo si es que alguna vez llega.
          Me gusta mucho la Plaza Mayor de Piedrahita. Para mi es una de las más bonitas de la provincia de Ávila. Es irregular, pero es muy armoniosa y sigue siendo el centro de la vida del pueblo. 
          Nunca he podido ver el interior de la iglesia. Siempre la he encontrado cerrada. Si quiero verla voy a tener que ir a la hora de la misa. Eso del turismo cultural parece que no acaba de entrar. ¿No será que con la Iglesia hemos topado?

 
          Varios aspectos de la Plaza Mayor de Piedrahíta. Son las tres de la tarde de un caluroso día de verano. La gente está comiendo, y los que estamos en la plaza no salimos de la sombra. Las personas que se ven se van a comer y luego la plaza quedó vacía de viandantes. 

martes, 23 de junio de 2020

BONILLA DE LA SIERRA
       Bonilla de la Sierra es hoy un fantasma de lo que fue. Esta villa pertenecía al obispado de Ávila y era el lugar de veraneo de los obispos. 

 


       La iglesia, para las dimensiones del pueblo, es enorme. 




       Su castillo, residencia de los obispos, tampoco era pequeño, pero como dejaron de venir hace mucho tiempo, se ha ido cayendo poco a poco.




         De las murallas solo queda lo que se ve en las fotos. 



          La Diputación de Ávila o la Junta de Castilla y León se ha gastado mucho dinero en arreglar las calles del pueblo y fomentar el turismo, pero la iglesia está cerrada y a la una del mediodía el señor que tiene la llave no tiene ganas de ir a abrir. ¿Cómo voy a recomendar a nadie que visite Bonilla de la Sierra?