SANTO TOMÁS (2)
El sepulcro del príncipe D. Juan
Muy a finales del siglo XV y a
comienzos del XVI se escuchaba este romance:
Tristes nuevas, tristes nuevas que se cuentan por EspañaQue el caballero don Juan malito que está en la cama.
Siete doctores le asisten, los mejores de la España:
Todos eran á decirle que su mal no era nada.
Y ya que estaban en esto sale un doctor de la Parra,
Le ha agarrado por la mano y hasta el pulso le tomara:
— «Tres horas tienes de vida, hora y media ya pasada,
Media para despedirte de la gente de tu casa,
Media pa hacer testamento, media pa el bien de tu alma...”
El 4 de octubre de 1497 fallece en Salamanca el príncipe Juan, único hijo varón de los Reyes Católicos, a la edad de 19 años; el día 3 de abril del mismo año había contraído nupcias con Margarita de Austria (hermana de Felipe “El Hermoso”) en Burgos.
El sepulcro del príncipe lo mandó hacer
su padre el rey Fernando, en 1505, en cumplimiento de lo dispuesto por la reina
Isabel en su testamento.
La
estatua yacente del príncipe no tiene los guantes puestos ya que no murió en
una batalla sino por enfermedad. Se cree que la muerte le llegó por tuberculosis,
aunque la leyenda tiende a presentarla a veces como una muerte por amor, ya que
desde la infancia había dado muestras de tener una salud débil –viruelas,
resfriados, y unas extrañas fiebres-, e incluso un mes antes de su
fallecimiento, mientras estaba en Medina del Campo, padeció de nuevo de
viruela. La leyenda de la muerte del príncipe
don Juan “por amor” suele apoyarse en
una carta que Pedro Mártir de Anglería, consejero de los reyes, escribió a la
reina Isabel donde le decía: «Preso del amor de la doncella, nuestro joven Príncipe vuelve a
estar demasiado pálido. Tanto los
médicos como el Rey aconsejan a
la Reina que, de cuando en cuando, aparte a Margarita del lado del Príncipe, que los separe y les
conceda treguas, pretextando el peligro
que la cópula tan frecuente constituye para el Príncipe».
El rostro
del yacente siguiendo la tradición de los sepulcros italianos –en los países
centroeuropeos se prefieren los ojos abiertos y un semblante con vida-,
presenta los ojos cerrados y una expresión severa.
En
las paredes laterales de mayor altura del sepulcro hay unas imágenes esculpidas.
Representan a las cuatro virtudes cardinales y a las tres teologales.
La
presencia de la imagen de la Virgen en los sepulcros de los siglos XV y XVI es
habitual dada la confianza que se tiene en ella como intercesora del difunto en
el Juicio final.
La
representación de las virtudes en los monumentos funerarios del siglo XVI es
consecuencia de la nueva concepción del hombre que hay en el renacimiento. En
la Edad Media todo se proyectaba hacia el futuro, hacia la salvación del alma,
pero esta concepción cambia y se presta más atención a la vida terrenal, a la
vida que ya ha pasado y en la que el difunto será digno de fama y gloria por
las virtudes y buenas cualidades que haya tenido en vida. Pero el sentido
religioso no podía desaparecer así de repente y lógicamente se ponían aquellas virtudes
y cualidades que debía haber tenido el difunto como un buen cristiano.
Las
virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad son las tres virtudes que deberían
guiar a los hombres en su relación con el mundo y con Dios. Dada la importancia
de su práctica para el cristiano es por lo que se representan habitualmente en
los sepulcros.
Como estas virtudes solo son tres y en el
otro lado hay cuatro se añadió la figura de santo Tomás de Aquino, gran teólogo
dominico considerado por esta orden como uno de los padres de la Iglesia.
Hay que decir que el
sepulcro está vacío. Cuando la ocupación francesa, en 1809 el sepulcro fue
abierto en busca de joyas y objetos de valor y el cuerpo se sacó. Se pensó que
se había vuelto a meter, pero en 1965 se hicieron pequeñas obras por unas losas
que se habían movido y se comprobó que en el sepulcro no hay nada. Los restos
del príncipe Juan están en paradero desconocido.
La iglesia también
alberga los sepulcros de don Juan Dávila y su mujer, doña Juana Velázquez de la
Torre, ayos del príncipe don Juan.
Ayo o “Águila” es el nombre del servidor que en las casas reales se encargaba de la educación inicial y custodia de los príncipes. En el reino de Castilla en las leyes contenidas en las Siete Partidas se dice: “Siendo niños los hijos de los reyes es menester que los guarden el padre y la madre... Pero después que fuesen mozos conviene que les pongan ayos que los guarden y los eduquen en su comer, en su beber, en su folgar y en su continente, de manera que lo hagan bien y apuestamente”
Ayo o “Águila” es el nombre del servidor que en las casas reales se encargaba de la educación inicial y custodia de los príncipes. En el reino de Castilla en las leyes contenidas en las Siete Partidas se dice: “Siendo niños los hijos de los reyes es menester que los guarden el padre y la madre... Pero después que fuesen mozos conviene que les pongan ayos que los guarden y los eduquen en su comer, en su beber, en su folgar y en su continente, de manera que lo hagan bien y apuestamente”
No hay comentarios:
Publicar un comentario