domingo, 27 de enero de 2019


SANTO TOMÁS (1) La iglesia y el Coro
          El monasterio de Santo Tomás estaba a las afueras de Ávila. Esta foto es de 1920, pero en la década de los 50 estaba igual o casi igual. A la derecha ya solo había campo y a la izquierda pequeñas casas con huertos. Hoy todavía sigue en un extremo de la ciudad y está injustamente olvidado por el turismo. Es una de las grandes joyas artísticas, arquitectónicas e históricas de Ávila, a pesar de los destrozos que se hicieron en la Guerra de la Independencia contra los franceses y con la desamortización de Mendizábal.
         Se comienza su construcción en 1482 y se termina en 1493. Vigila las obras Fray Tomás de Torquemada, confesor de la reina Isabel y primer Gran Inquisidor General del Reino, por lo que el monasterio terminó albergando la sede del Tribunal de la Inquisición.
         La fachada es sobria, austera. Destaca arriba, en piedra blanca, el escudo de los Reyes Católicos.
         Aquí venían a veranear los Reyes Católicos y sobre todo la Reina Isabel. Aquí está enterrado el infante don Juan, el único hijo varón de los reyes, el que estaba destinado a ser el rey de España, y cuya muerte cambió el signo de la historia de España. Si él no hubiese muerto la historia habría sido diferente, aunque nunca sabremos si mejor o peor.
         Pero vamos por partes, pues hay mucho que contar y mucho que ver.
          Cuando se entra en la iglesia y está toda iluminada se la ve así. Al natural es mucho más oscura ¿Pero para que tanto retablo si no se veía? Los arquitectos españoles siempre han sido reacios a poner grandes ventanales, pero a los poderosos siempre les gustó el lujo y la ostentación y para iluminar todo se colocaban como una especie de candelabros muy grandes en los que se ponían antorchas o grandes velones.
         La mejor vista de la iglesia es desde el coro, así que vamos a subir.
          Las fotos están bien pero no hacen justicia a la magnificencia y grandiosidad de la iglesia. La de blanco y negro es de antes del final del concilio vaticano II (antes de 1965), la de color es actual.
         Antes de esa fecha la misa se celebraba en el altar elevado, y así se veía perfectamente al celebrante y la tumba del príncipe Juan. Con esta disposición el príncipe ocupa un lugar de honor durante la celebración de la misa. Obsérvese la reja que cerraba al paso al crucero y tumba del príncipe.
         Después del concilio se puso el altar como en la foto de la derecha, delante de la tumba del príncipe y se le quita visión. La tumba del príncipe ya no es tan importante.
         Y ya que estamos en el coro, vamos a verle. Solo tenemos que darnos la vuelta y mirar lo que tenemos a nuestra espalda.

             La sillería del coro es de doble fila lo que supone que hubo muchos frailes cuando se hizo. La visión del coro me produce una extraña sensación. Por un lado, me parece un coro lujoso, por otro sencillo. Es de madera de nogal de estilo gótico flamígero con predominio de la decoración geométrica. Y me produce una sensación de lujo por lo refinado del trabajo y por lo laborioso del mismo; me parece que hacer esto es más difícil que tallar figuras, pero pienso que este trabajo geométrico se puede hacer con plantillas y para ello no hace falta ser un gran escultor. Y es por esto último, porque no hay esculturas, por lo que me parece sencillo y poco ostentoso.
         Desde aquí oían misa los Reyes Católicos. A mí me parece el lugar ideal. Permanentemente tenían a la vista la tumba de su hijo, no se olvidaban de él en los actos religiosos y tenían muy frente a frente al mismísimo Dios para hacerle las rogativas precisas y oportunas en cada momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario