PALACIOS Y CASAS
De los
romanos, que estuvieron aquí varios siglos (unos 4 ó 5) hay solo restos. No hay
ningún monumento de ellos. Vinieron en plan militar a controlar a los Vetones que era el
pueblo que vivía en esta zona. De ellos quedan restos muy pobres pero muy
interesantes.
Por esta calle iba casi todas las
mañanas al colegio. Me gusta mucho esta calle. Las losas de las aceras están
desgastadas de pisarlas durante tantos siglos (el centro de la calle lo
arreglaron hace poco). De niño iba como dando zancadas de losa en losa, ahora,
de mayor, voy mirando por donde piso y me considero como un poco heredero de
los hombres y mujeres que han pasado por aquí con sus problemas, sus ilusiones
y desengaños que casi seguro eran similares a los míos.
Mirando hacia atrás se ve la casa de
las Carnicerías, un edificio que mandó construir Felipe II para que sirviera
como carnicería y que así ha sido hasta hace pocos años (8 ó 10). Creo que son
escasos los edificios que durante varios siglos han cumplido la función para la
que fueron levantados. En la parte central está el escudo de Felipe II, que
como ves no es pequeñito, y así se ve perfectamente.
Cuando iba al colegio, muchas mañanas, veía
a un anciano de pelo y bigote blanco salir de la carnicería. Iba vestido de
oscuro y con un pequeño paquete en la mano. Yo le miraba. El no me miró nunca.
Yo sentía por aquel anciano una mezcla de sentimientos: pena, tristeza,
admiración, consideración, respeto y algún que otro sentimiento que ahora se me
olvida. Hubo un momento que no le volví a ver más. Moriría hace muchos años. ¿Y
por qué surgieron en mí aquellos sentimientos? ¿Por qué me sigo acordando de
él? No lo sé. En la calle y en el lugar en que coincidíamos aún perdura su
recuerdo.
Y pegada a la casa de las carnicerías
está la antigua CASA DE MISERICORDIA, también del siglo XVI, con la estatua de
San Martín repartiendo su capa con un pobre. Era una especie de albergue y hospital
para los más pobres, para los que no tenían nada. Un poquito más abajo está el
almacén lapidario del Museo Provincial de Ávila. Allí hay muchos restos de
verracos, pero al aire libre también los hay.
Al lado del almacén lapidario del museo, está el museo provincial. antiguo palacio de los Deanes del siglo XVI.
Estos palacios castellanos son
austeros, espartanos, y no tienen nada que ver con los palacios franceses o
italianos de la época. En esta época el lujo era para Dios. Para los hombres no
era necesario .
Cuando yo era niño este palacio era una
escuela, la escuela del puchero, llamada así por un puchero que había en el
pináculo central, el más alto. Todos los niños de aquella época intentábamos
romper el puchero con piedras, que tirábamos cuando no había escuela y cuando
no pasaba nadie. Pero nunca lo conseguimos. Para nosotros había algo mágico que
le protegía.
Esta zona era el barrio del
Renacimiento pues aquí se construyeron muchas casas y palacios durante el siglo
XVI. Ávila es la ciudad española que más edificios civiles conserva de esa
época.
Entonces
Avila era muy importante: aquí veraneaban los Reyes Católicos, aquí está
enterrado su hijo, Don Juan, aquí venía con frecuencia Carlos I y aquí se educó
y salió vestido de hombre Felipe II. Pero todo pasa.
¡Qué bien se pueden aplicar aquí los versos
de Jorge Manrique!Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los señoríos,
derechos a se acabar
y consumir;
¿Qué se hizo el
rey don Juan? (el hijo de los reyes
Católicos enterrado en Ávila)
¿Los Infantes de Aragón,
qué se hizieron?
…………………………
Las justas y los
torneos,¿Los Infantes de Aragón,
qué se hizieron?
…………………………
…………………………..
¿fueron sino devaneos?,
¿que fueron sino verduras
de las eras?
Y todo aquel
esplendor pasó. Y siglos después la ciudad estaba en una total decadencia, pero
los niños seguíamos siendo niños y jugábamos con cualquier cosa y éramos
felices. Entonces no había coches, no había ni hadas ni princesas, solo había
carros de bueyes y mulas, pero toda Ávila era para nosotros. ¿Qué más podíamos
querer?
Muchísimas casas,
que eran del siglo XVI, tenían patios con columnas y… ¡qué bien se jugaba allí
al pilla - pilla! ¡que de rincones había para sentarnos todos los niños
arrimaditos a contar nuestras cosas! Y las columnas, que llevaban escuchando a
los niños desde hacía siglos, nos acogían y en cierta manera nos protegían.
Además, así se sentían acompañadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario