domingo, 16 de diciembre de 2018

PALACIOS Y CASAS


         De los romanos, que estuvieron aquí varios siglos (unos 4 ó 5) hay solo restos. No hay ningún monumento de ellos. Vinieron en plan militar a controlar a los Vetones que era el pueblo que vivía en esta zona. De ellos quedan restos muy pobres pero muy interesantes. 
           Por esta calle iba casi todas las mañanas al colegio. Me gusta mucho esta calle. Las losas de las aceras están desgastadas de pisarlas durante tantos siglos (el centro de la calle lo arreglaron hace poco). De niño iba como dando zancadas de losa en losa, ahora, de mayor, voy mirando por donde piso y me considero como un poco heredero de los hombres y mujeres que han pasado por aquí con sus problemas, sus ilusiones y desengaños que casi seguro eran similares a los míos.
         Mirando hacia atrás se ve la casa de las Carnicerías, un edificio que mandó construir Felipe II para que sirviera como carnicería y que así ha sido hasta hace pocos años (8 ó 10). Creo que son escasos los edificios que durante varios siglos han cumplido la función para la que fueron levantados. En la parte central está el escudo de Felipe II, que como ves no es pequeñito, y así se ve perfectamente.
         Cuando iba al colegio, muchas mañanas, veía a un anciano de pelo y bigote blanco salir de la carnicería. Iba vestido de oscuro y con un pequeño paquete en la mano. Yo le miraba. El no me miró nunca. Yo sentía por aquel anciano una mezcla de sentimientos: pena, tristeza, admiración, consideración, respeto y algún que otro sentimiento que ahora se me olvida. Hubo un momento que no le volví a ver más. Moriría hace muchos años. ¿Y por qué surgieron en mí aquellos sentimientos? ¿Por qué me sigo acordando de él? No lo sé. En la calle y en el lugar en que coincidíamos aún perdura su recuerdo.
         Y pegada a la casa de las carnicerías está la antigua CASA DE MISERICORDIA, también del siglo XVI, con la estatua de San Martín repartiendo su capa con un pobre. Era una especie de albergue y hospital para los más pobres, para los que no tenían nada. Un poquito más abajo está el almacén lapidario del Museo Provincial de Ávila. Allí hay muchos restos de verracos, pero al aire libre también los hay.

          Y aquí están dos de esos restos tan interesantes de los vetones: un tosco toro de piedra. Hay muchos por toda la provincia.  Su utilidad no se conoce bien, pero se barajan tres hipótesis: eran imágenes protectoras del ganado; indicaban los lugares de paso de los pastos de verano a los de invierno, es decir, las rutas de la trashumancia; marcaban las zonas que eran para el ganado.
         De niños no jugábamos casi nada con ellos. Eran demasiado altos para subir, tenían un aspecto muy soso y muy estático y no nos sugerían nada. Así que los dejábamos que siguiesen en paz.
         Al lado del almacén lapidario del museo, está el museo provincial. antiguo palacio de los Deanes del siglo XVI.
         Estos palacios castellanos son austeros, espartanos, y no tienen nada que ver con los palacios franceses o italianos de la época. En esta época el lujo era para Dios. Para los hombres no era necesario .
         Cuando yo era niño este palacio era una escuela, la escuela del puchero, llamada así por un puchero que había en el pináculo central, el más alto. Todos los niños de aquella época intentábamos romper el puchero con piedras, que tirábamos cuando no había escuela y cuando no pasaba nadie. Pero nunca lo conseguimos. Para nosotros había algo mágico que le protegía.
         Esta zona era el barrio del Renacimiento pues aquí se construyeron muchas casas y palacios durante el siglo XVI. Ávila es la ciudad española que más edificios civiles conserva de esa época.



Entonces Avila era muy importante: aquí veraneaban los Reyes Católicos, aquí está enterrado su hijo, Don Juan, aquí venía con frecuencia Carlos I y aquí se educó y salió vestido de hombre Felipe II. Pero todo pasa.
         ¡Qué bien se pueden aplicar aquí los versos de Jorge Manrique!
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir:
allí van los señoríos,
derechos a se acabar
y consumir;

¿Qué se hizo el rey don Juan? (el hijo de los reyes Católicos enterrado en Ávila)
¿Los Infantes de Aragón,
qué se hizieron?
…………………………
Las justas y los torneos,
…………………………..
¿fueron sino devaneos?,
¿que fueron sino verduras
de las eras?


         Y todo aquel esplendor pasó. Y siglos después la ciudad estaba en una total decadencia, pero los niños seguíamos siendo niños y jugábamos con cualquier cosa y éramos felices. Entonces no había coches, no había ni hadas ni princesas, solo había carros de bueyes y mulas, pero toda Ávila era para nosotros. ¿Qué más podíamos querer?

         Muchísimas casas, que eran del siglo XVI, tenían patios con columnas y… ¡qué bien se jugaba allí al pilla - pilla! ¡que de rincones había para sentarnos todos los niños arrimaditos a contar nuestras cosas! Y las columnas, que llevaban escuchando a los niños desde hacía siglos, nos acogían y en cierta manera nos protegían. Además, así se sentían acompañadas.

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