domingo, 20 de enero de 2019


LA CATEDRAL (5)
El trascoro (1)
         El trascoro, o parte trasera del coro, es el conjunto escultórico más importante de la catedral. Se hace sobre 1535 por Juan Rodríguez y Lucas Giraldo.
         Estamos en el Renacimiento. Es la época de la historia en la que los hombres vuelven sus ojos hacia la antigua Grecia y Roma. Renacen los ideales platónicos de sabiduría, belleza y virtud. El hombre sabio es un hombre virtuoso. La belleza conlleva la armonía y el equilibrio, en las esculturas, en los edificios, en las ciudades, en el alma del hombre. Y esto se ve aquí.
         Hay tres paneles más grandes, de las mismas proporciones y que seguramente guardan una relación con la proporción humana, según lo estudiado por Leonardo da Vinci y Vitrubio.
         Y esas proporciones se modifican en los dos paneles pequeños y en los círculos, pero de forma que resulta un conjunto armónico y equilibrado. Lo que hay por encima tampoco es baladí. Basta con quitarlo para ver como todo el conjunto se deshace, se desequilibra. 


          Y en todo este conjunto escultórico se representa la infancia de Cristo. ¿Hay algo alegórico en esta representación y en el lugar en que está? Puede ser que sí. Hemos entrado en la catedral y no hemos visto nada importante desde el punto de vista religioso. Lo importante viene ahora, está detrás del coro, allí está el altar, allí se celebra la misa, ese es el lugar de Dios. Y todo lo que hemos visto hasta ahora es como el comienzo, como la infancia de Dios, pues lo importante de Él está por llegar. ¿Y qué mejor que representar en este lugar la infancia de Cristo, la infancia de Dios?

         Y vamos con las esculturas. Aquí se representa la Adoración de los Reyes Magos. La calidad estética es muy grande y no lo es por el realismo de las figuras, sino por su dinamismo.  Es un grupo dinámico estéticamente. La vista lo va recorriendo, pasa por todos los lugares sin dejarse nada por ver. ¿Y qué ha hecho el artista para conseguir esto? Pues colocar las figuras de determinada manera. Vamos a ver cómo.
         La cara de San José está en línea con la de la Virgen, con la del Niño y con la del rey arrodillado. La vista recorre esa línea sin dificultad.
         Del rey arrodillado va otra línea por el escudo redondo hasta el rey que está a la derecha de la foto. Y la cabeza de ese rey, la de Baltasar y la de San José están alineadas. La mirada de Baltasar nos lleva a la Virgen y al Niño, no se sabe bien a cuál, pero al estar tan próximos vemos los dos.
         Vemos como la disposición de las caras y miradas crea unas líneas imaginarias que la vista recorre sin dificultad, yo diría que casi obligan a la vista a ir por ellas.
         Pero ¿y por los ropajes? ¿También hay líneas por las partes bajas de la composición escultórica?
          Todas estas líneas unen unas partes con otras y en casi todos los cruces de líneas se puede dejar la que se seguía y coger otra nueva. Todo ello hace que la vista se recree sin quererlo en todo el conjunto, va, viene, pasa de una dirección a otra y a esto se llama dinamismo plástico. Y el dinamismo plástico es una de las características que definen la calidad de una obra.
         No hay que confundir el dinamismo plástico con el movimiento. Este grupo de la Matanza de los Inocentes tiene movimiento, el movimiento de las figuras, y dinamismo plástico. El movimiento de las figuras viene dado por los gestos y posiciones de los personajes, de ellos individualmente y de unos para con otros.
         El movimiento de estos dos personajes está en relación el uno con el del otro, no se concibe esa posición aislada de cualquiera de los dos personajes.
         El dinamismo plástico surge de las muchas líneas que relacionan unos lugares con otros, y nos llevan por ellos. Invito al lector a que busque algunas de esas líneas, seguro que no le será difícil encontrarlas.

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